
La planificación estratégica no sólo busca definir metas, sino que es un proceso vital de reflexión que permite a las organizaciones evaluar sus logros en un período determinado. Este análisis es fundamental para interiorizar los aprendizajes – sean éxitos o áreas por mejorar – permite a una organización crecer de manera sostenida y evitar la repetición de errores.
Humberto Maturana, al comparar a los humanos con los leones, destacaba que los animales reaccionan a su entorno, pero carecen de la capacidad de reflexión que los distingue de nosotros. Los humanos podemos observar nuestras acciones, analizarlas y cambiar de rumbo conscientemente. Esta capacidad es esencial en las organizaciones y cobra vida en la planificación estratégica: reflexionar sobre el pasado nos permite tomar decisiones más sabias y proyectar un mejor futuro.
Sin estos espacios de reflexión, las organizaciones tienden a caer en un ciclo de mejoras marginales o, peor aún, en la repetición de los mismos errores. Como dijo Einstein, «locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes». La planificación estratégica brinda la oportunidad de detenerse, mirar atrás, analizar qué ha funcionado y qué no, y utilizar esos aprendizajes para trazar el futuro.
Este proceso, cuando es consciente y participativo, permite que los equipos revisen su desempeño, modelo de negocio y desafíos, alineando sus esfuerzos hacia metas claras y alcanzables, en línea con el propósito organizacional. Las organizaciones que se toman el tiempo para reflexionar y discutir cómo enfrentar los desafíos suelen alcanzar sus metas, ya que el proceso alinea recursos y esfuerzos, incrementando la probabilidad de éxito. Además, genera un sentido compartido de propósito, motivación y compromiso entre los equipos.
Es fundamental que las organizaciones generen estos espacios de reflexión estratégica. Aquí algunos tips para este proceso:
- Planificar el proceso: no sucederá de forma natural, hay que programar el espacio, incluso forzarlo.
- Involucrar a las áreas: la diversidad asegura una visión más completa y promueve el compromiso.
- Divergencia en el análisis: éxitos, fracasos, opiniones diversas, tendencias, etc.
- Convergencia en: las prioridades y decisiones en los proyectos que realizar.
- Define objetivos y metas: es fundamental ver el logro deseado y monitorear el progreso.
- Alinea recursos y esfuerzos: son indispensables para el proceso y resultados, y se deben monitorear permanentemente.
Reflexionar sobre el pasado, aprender de él y tomar decisiones basadas en esos aprendizajes asegura que la estrategia no sea solo un documento, sino una herramienta viva que impulsa el éxito sostenido.